EDITORIAL ENERO 2022
No hay feriados en la naturaleza. En la simbiosis que se produce mientras trabajo con mis plantas, entiendo la futilidad de las celebraciones humanas, cuando en la naturaleza todos los días se celebra la vida, el nuevo nacimiento, el nuevo comenzar, el crecimiento, la reproducción, la belleza.

Y hoy, el primer día de una nueva etapa, un nuevo calendario de siembra nos guía en nuestro mágico quehacer del hortelano. Aún podemos sembrar zapallitos italianos y porotos, ambos se comen frescos pero también sirven para nuestra guarda de invierno. Lavo bien la cosecha de zapallitos, la corto en rodajas y la congelo. Perfecto para ir sacando para nuestros guisos y sopas otoñales e invernales.
La diversidad y el valor nutricional de la acelga me convence de una siembra escalonada, cada mes unas pocas semillas por aquí, por allá. Siembro para mi y también para mis gallinas (¡que rápidamente las convierten en deliciosos huevos!), y cuando es mayor la cosecha, también pueden congelarse precocidas, aunque nada como recién cosechadas de la huerta, en una deliciosa ensalada, en la cazuela o picada en Juliana en una tortilla hecha con los huevos de mis gallinas felices.
En nuestra zona central no recomiendo aún sembrar lechuga pues con las altas temperaturas de este mes y su humedad ambiental tan baja, se “subirán” rápidamente y será más el gasto de agua que lo que podamos aprovecharlas. ¿Por qué se “suben” algunas hortalizas? El calor extremo es un aviso para que ellas protejan su especie y lo hacen desarrollando su tallo floral, el que eventualmente hará la semilla para la próxima siembra. Para proteger este tesoro de tallo de eventuales depredadores, la planta lo impregna de una sustancia amarga, lo que evita que lo consuman humanos y animales. La siembra de lechuga si es una opción si vive en la costa o en el sur.
No dejemos pasar los días para una gran cosecha de hierbas aromáticas. Ramos de romero, laurel, lavanda, anís hisopo, menta y melisa cuelgan boca abajo, concentrando sus aceites esenciales mientras se secan, ojala a oscuras o al menos a la sombra. Seco el tomillo y orégano en viejos quitasoles (que quedan de nuestros matrimonios) en una tarde o dos, colgados en mi terraza poniente, bajo la sombra del toldo. La albahaca ya está casi lista para convertirla en pesto que pongo en cubeteras y guardo en el freezer para acompañar mis pastas invernales en una dichosa vuelta al día del verano en que fue cosechada. Hay muchas recetas de pesto en las redes, pero para guarda solo añadir los dientes de ajo, un poco de sal y aceite de oliva en la licuadora. Procesar y congelar. Los cubitos son una medida ideal para luego de descongelado, armar una salsa más sofisticada o añadir a la cazuela.
Y una última recomendación antes de sacar a pasear a mis perrines. Por favor no nos olvidemos que estamos en una mega sequía, cuidemos el agua y reguemos solo de tarde noche nuestra huerta. El riego nocturno hidrata la planta durante toda la noche y la prepara para resistir el sol y el calor del día siguiente y aprovecharlo en su crecimiento, floración y fructificación. Y pidamos con fé y esperanza al Universo, al Taita y la Mamitay, por agua. ¡Créanme que responden!
Un abrazo desde el jardín,
Marie.
