EDITORIAL MARZO 2022
Después de la corrida de la semana, el domingo es mío, ¡mío de mí! Ayer limpié mis jardineras, arranqué agradeciendo las matas de tomates que ya pararon de dar, preparé con humus la tierra para sembrar hoy mis arvejas. También sembré mis cebollas y cebollines en almácigos y puse un par de hileras de habas secas guardadas de la cosecha del invierno. Que placer más grande es el abrir la tierra húmeda, olerla, sentirla en la piel, saberla llena de bondades y esperanza.
La huerta sigue entregando generosamente porotos verdes, tomate Costoluto y Perita amarillo, pepinos hermosos, albahaca y acedera para mis ensaladas. No me atrevo aún a cosechar los choclos, pues aunque hay algunos con los pelos negros (señal de que están listos), no los veo lo suficientemente rellenos aún. La mata sigue verde y encantadora.
Ya hay indicios del otoño en la Ampelopsis, en la mata de Ají Cristal, que por no comerlos se pasaron a rojos; en el parrón cargado de uva deliciosa, en los Acacios y en algunos Liquidambar. Empiezan a crecer las acelgas y lechugas auto sembradas, se caen los limones de pica y ayer me comí la primera paltita del año.
El domingo es el mejor día de mi semana: tomo el desayuno en cama, me lo tomo con calma, revisando correo y noticias en el laptop y luego…¡a la huerta! ¡Que placer ver la VIDA! Con las Sonatas de Bach de fondo, descubrí ya asomando los ajos que sembré hace dos semanas, un tardío pero no menos esperado zapallo empezando a formarse, plantitas bebés de Borraja, nuevos pepinos y zapallitos italianos. Hice una tercera cosecha de porotos verdes y de dulce albahaca y perejil para tener a mano en la cocina.
El sol aún se sabe de verano y hacía mucho calor, pero gocé el sudor, las uñas negras, el cacareo de mis gallinas y el cansancio al final del día. Agradecí al universo y a mi Taita y Mamitay el tener la capacidad de evasión en mi jardín, que me permitió no pensar ni acordarme de lo negativo, pude poner a trabajar mi energía en equipo con mis plantas, cosechar mi alimento, sentir el sol en mi piel, escuchar a la Tenca y el Zorzal. ¡Terapia Hortícola a la vena!
Un abrazo desde el jardín
Marie.
