VOLVIENDO DE VACACIONES
Por Marie Arana-Urioste
En la antigua Roma republicana, el primer mes del año se llamaba Marz en honor a Marte, dios de la guerra y de las tormentas que oscurecen el cielo. Es también el primer mes para muchos de nosotros que volvemos al trabajo y a clases. Tiene el frescor del otoño pero también el encanto de lo nuevo y la expectativa de lo por venir. Todo un periodo por delante que envuelve esperanzas, ilusiones y planes.
A pesar de los cuidados del verano, mis plantas están al borde del agotamiento y no hay riego que las libere del sol y el calor implacable de esta época. Las que mejor están sin embargo son aquellas que podé a fines de enero y que han logrado renovar su follaje. Las albahacas son aun las reinas del jardín y mis abejas trabajan felices en las nuevas flores. La labor más urgente es la limpieza así que desmalezar, repicar y chapodar es lo primero que hago. Se va viendo nuevamente el jardín entre la selva y la belleza de las plantas maduras paga el agotamiento del trabajo bajo la canícula.
La horqueta es nuestra herramienta del mes. Es imprescindible airear prados, jardineras y huerto. Con el riego con manguera (en nuestro caso además con presión de bomba), el suelo se compacta y a estas alturas el agua corre por encima en lugar de penetrar la tierra e hidratar. Donde pueda además incorporo guano, mezclando bien. Queda todo marzo y en algunos casos parte de abril con calor y luz suficiente para que las plantas sigan creciendo o terminen su floración o la formación de semillas. Necesitan el agua.
Muchas plantas han crecido de manera espectacular el último mes. Esta semana empezaré a hacer patillas de geranio de olor de la variedad limón, del romero, de laurel, de hortensias y de mis rosas favoritas, la color damasco Cocktail y la lila Charles de Milles, ambas muy aromáticas. También de boj y de lavanda. Voy llenando mi canasta con los sobres de semillas de caléndula, malvas de todos colores, dedalera, girasoles varios, amapola, cebolla, borraja y chascú, maravillada con la producción mágica de cada planta y su empeño (y el mío!) en prolongar la especie. Es una sensación muy especial la de cosechar y guardar semillas. A veces pienso que si me muero mañana, alguien sembrará estas semillas y de alguna forma seguiré teniendo qué hacer en este mundo. Un poco el sentido de eternidad que nos da el trabajo maravilloso del jardín.
Se puede aprovechar estos últimos calores para sembrar bajo vidrio o en invernadero, almácigos de algunas variedades anuales. Es el caso de caléndula, nigelia, borraja, maravilla, rudbeckia, clarín, salvia viridis, dedales de oro, amapola y eneldo. Es importante preparar bien la tierra antes de sembrar, añadiendo compost y harneando finamente. Antes de que llegue el invierno, las semillas germinarán y tendremos plantas ya desarrolladas la primavera siguiente.
Hago limpieza de otoño en el vivero, en mi casa y en mi persona. Aprovechemos la oscuridad del otoño que empieza el 21 de este mes para hacer una pausa y reencontrarnos con nuestra espiritualidad. Empieza una nueva estación, es un nuevo comienzo y un regalo para todos. Es un momento para hurgar en todo lo tantas veces pospuesto, hacer algo nuevo, conectarnos con nuestras raíces.
Cayó boca arriba
la cigarra de otoño.
Y sigue cantando
(Issa Kobayashi, 1762-1826)
